Con el correr de las horas se confirmaron algunas presunciones sobre la convocatoria de sectores históricos alineando la tropa a posiciones más reales dentro del peronismo vernáculo.
La estrategia de ir juntos, pero separados, se repite una y otra vez para esconder la ya anunciada teoría de presentar cambios para que nada cambie.
Se advierte la marcha disciplinada de soldados con distintos pabellones tratando de levantar alguna bandera, la de generar clima expectante con el pregón de la “unidad” convocada para pocos.
Existe la pretensión de arrear a los que siempre dejaron afuera de las decisiones, a los que pusieron el alma militante detrás de cada derrota, a los que errores de conducción dejaron en la calle, para que reanuden su marcha detrás de un pretendido discurso único.
Es una trampa, previsible, pero no por eso deja de ser cruel, siendo además una celada destinada a captar la atención de quienes más perdieron en la desesperación de tantas derrotas sucesivas.
Es violenta, porque lleva implícito levantar el dedo acusador sin advertir la viga en sus propios ojos. La violencia engendra violencia.
La autoridad partidaria llama al acuerdo, arguye unificación, pero discriminada para unos pocos: sus contertulios.
¿De qué acuerdos hablan? ¿Qué hay detrás de esta impostura ingenua?
Resulta tragicómico que los delfines de quienes más acompañaron al proceso devastador del macrismo ahora resulten ser los hombres a enaltecer, cuando hasta hace poco eran dignos de lapidación grupal.
Algo huele a podrido desde hace tiempo. No es cuestión de nacionalizar la disputa porque el problema es de acá, exclusivamente en Corrientes, con los de siempre, por sus mañas intolerables de vieja escuela.
No faltarán incautos que caerán en la emboscada, pero tampoco los que más advertidos buscarán otras alternativas, un proyecto abarcativo y de consenso verdadero como único camino correcto.
La red de amigos, empleados, levantamanos, clientes, y parientes suele confundirse con organización, con adhesión, con liderazgo, pero eso es mentira de patas cortas.
Es descreer del verdadero peronismo. No alcanza como fundamento ni evolución del ideal político. Es más de lo mismo, van a repetir figuritas, y ya sabemos hacia dónde llevarán la majada.
Van a dejar mucha gente afuera, como de costumbre, para que nadie sepa de qué se trata.
Porque salen de cacería dando órdenes y consignas estériles, ofendiendo a los compañeros a quienes tratan como ignorantes.
No vaya a ser que llegue el tiempo de la verdad, donde truene el escarmiento por tantas ilusiones derrochadas.
Generando confusión no llegarán a buen puerto, porque si mantienen esta situación funcional al adversario algún día dejarán de ser útiles a ese esquema que con seguridad los descartará.
Y allí verán éstos, los que tienen la osadía de perseguir y discriminar a los propios, que las verdaderas presas de sus acciones fueron ellos mismos.
Y, entonces, no serán peronistas quienes los lleven puesto.
Daniel Caran.
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