Inglaterra y Fiji abrirán, desde las 16, la octava Copa del Mundo. Los candidatos, las posibles sopresas y el sueño eterno de Los Pumas.
Es fácil distinguir que las calles inglesas están
pobladas de amantes de este deporte. “Es impresionante la cantidad de
gente que entra”, cuenta Alice, oficial de migraciones, anunciando los
500 mil turistas que, se estima, ingresarán a las islas durante el
Mundial. Los metros y trenes de Londres parecen torrentes rugbísticos
trasladando apasionados.
Esa pasión tendrá su primera parada hoy en Twickenham, dónde sino,
“La Casa del Rugby inglés”. En este estadio, que emerge impactante en
medio del suburbio que le da su nombre y es el tercero más grande de
Europa, sólo se juega al rugby. “Venimos a ganar el Mundial”, decían los fijianos tras los últimos movimientos previos al debut.
Es que
de esto también se trata el rugby, de entrar a jugar con máxima
confianza aunque enfrente esté el más pintado.
Junto a los ingleses, australianos y en menor medida los galeses,
Nueva Zelanda tiene todo para repetir el título, Sudáfrica es candidato
eterno, Irlanda sueña con dar el batacazo y Francia apuesta que a sus
rugbiers estén inspirados. Argentina, aferrada a la élite con evolución y
limitaciones, intentará que el Viejo Continente le depare una nueva
alegría, como sucedió en Francia 2007.
Serán 48 partidos vibrantes en los cuales 20 equipos se harán cargo
de esta pasión, mientras cientos de miles palpitarán en las tribunas y
unos cuatro mil millones lo harán frente a la pantalla.
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