Este domingo 2 de agosto a partir de las 14 horas, en el marco
del día de la Argentina Libre de Fracking, se realizará en la vera de la
ruta 015 un encuentro simbólico y conmemorativo por los hechos
sucedidos en el año 2014. En aquella oportunidad, en la cual se estaba
defendiendo el ambiente y el Acuífero Guaraní, cinco miembros de la
asamblea fueron detenidos y judicializados.
En diálogo con Diario Río Uruguay la integrante de la Asamblea
Ambiental Antifracking de Concordia, Justa Rostom, mencionó que “va a
ser un año, pero los hechos que han ocurrido han sido variados y muy
intensos. Y por un lado lamentablemente nos fueron dando la razón a las
prevenciones o advertencias que hacíamos respecto de la amenaza que
había sobre la cultura guaraní” a pesar de que “todas las
autoridades fueron advertidas mediante escrituras y cartas, en forma
vulgar, ningunearon la situación”.
Para recordar sobre lo que se advertía hace un año, Rostom explicó
que “nosotros expusimos que esa era zona de interés por el tipo de
formación rocosa y que nosotros teníamos conocimiento de que en su
momento hubo intensiones del lado argentino para hacer la exploración y
posterior explotación” en el caso de que “las exploraciones dieran
resultado positivo”.
Luego con más “firmeza tomamos conocimiento de un contrato firmado
por Ancap, que es una empresa estatal del Uruguay y la empresa Petrex
(privada) que habían hecho un contrato que se hablaba concretamente en
lo primero, protección, luego exploración y posterior explotación
mediante el sistema fracking”.
En este sentido, Justa Rostom apuntó que “el día uno de agosto
estando reunidos con gente del Uruguay y dándole difusión en salto, nos
avisan que los camiones vienen, y junto con las asambleas pertenecientes
o que formamos parte del foro regional contra el fracking, (Chajarí,
Concepción del Uruguay, Colón, Paysandú) comenzamos a armarnos para
evitar el paso de los camiones”.
Durante “el día primero avanzaron estos camiones y nosotros logramos
que ellos se pasaran para la banquina y no le permitimos el avance, sin
cortar el tránsito, lo único que hicimos fue detener los camiones”,
explico la asambleísta.
En esa oportunidad Gendarmería Nacional intervino para hacer correr
más aun los camiones para que parte de la banquina quede libre. Pero
“para la noche que todo parecía normal, Gendarmería empezó a decirnos
que teníamos que retirarnos por una orden que tenían”. Hasta que “de
pronto detuvieron a cuatro de nuestros compañeros que estaban ahí, dos
eran de la familia de Concordia y los otros de Colon”, subrayó Rostom.
Para culminar unas de las integrantes de la asamblea antifracking
remarcó que “a un año se piensa seguir con la difusión para que la gente
siga conociendo y se profundice de que esto no se terminó y a través de
expresiones artísticas y gráficas vamos a recordar y vivir ese momento
pasado, que pese a todo lo que tuvimos que vivir, fue un logro de las
asambleas porque con el sobreseimiento de nuestros compañeros se sienta
antecedentes para que se pueda continuar con la defensa del ambiente”.
¿Qué es el Fracking?
La fractura hidráulica, más conocida por su término anglosajón fracking,
es una técnica de extracción de gas y petróleo de yacimientos no
convencionales, generalmente de formaciones de esquistos (shale), arenas
compactas (tight sands) y mantos de carbón (coalbed methane). Estas
formaciones geológicas se ubican a varios miles de metros de profundidad
y para acceder a ellas se debe perforar hasta la formación
que alberga los hidrocarburos, empleando una técnica de perforación
mixta. En primer lugar, se perfora verticalmente y posteriormente se
continúa de forma horizontal, a lo largo de varios kilómetros.
Los yacimientos no convencionales donde se utiliza el fracking son
formaciones poco permeables y compactas, en las que los hidrocarburos se
encuentran dispersos. Para liberarlos se debe fracturar la roca inyectando millones de litros de agua a alta presión
(98%), mezclada con arena y una serie de aditivos químicos (2%); la
cantidad de litros varía en función de la cantidad de fracturas que se
realicen por pozo. Esto posibilita que los hidrocarburos asciendan a la
superficie junto con parte de la mezcla inyectada, denominada reflujo
(se recupera una cantidad que varía entre un 9 y un 35%). El resto queda
en el subsuelo.
El fracking conlleva una serie de impactos socioambientales a corto y largo plazo:
El agua inyectada para la fractura puede alojarse en fallas
geológicas, produciendo la lubricación de las placas e incrementando la
actividad sísmica. De hecho, en Lancashire (Inglaterra) y en Ohio
(Estados Unidos) se han paralizado las prospecciones y explotaciones al
notarse un aumento de los terremotos en la zona en la que se fractura.
Del mismo modo, en Holanda, la opinión pública está en contra de los
pozos que se están fracturando cerca de la ciudad de Groningen, al
noreste del país, ya que se están registrando varios temblores que
oscilan entre 2 y 3,4 grados de magnitud en la escala de Richter.
El 90% del gas natural se compone de metano, un gas con un potencial
de efecto invernadero 21 veces superior al del dióxido de carbono. Los
últimos estudios realizados apuntan a que la apuesta por la explotación
de los hidrocarburos no convencionales agravaría el problema del cambio
climático ya que libera una mayor cantidad de metano a la atmósfera.
A esto hay que añadir el desplazamiento de los camiones que
transportan todos los insumos y logística necesarios para la fractura,
que supondría un aumento de las emisiones indirectas de gases de efecto
invernadero.
El fracking implica un aumento de la ocupación del territorio,
respecto de la explotación convencional, en detrimento de otros usos de
la tierra. Cada locación para la perforación de pozos abarca entre 1,5 y
2 hectáreas, pero además, supone la apertura de nuevas carreteras y la
construcción de infraestructura (tanques de almacenamiento, plantas
deshidratadoras, gasoductos, etc).
El caso paradigmático de contaminación del aire en zonas cercanas a
pozos de fracking es el de la ciudad de Dish, en Texas, en la que, tras
un estudio se descubrió una cantidad de benceno (agente cancerígeno) muy
superior a lo permitido. La contaminación del aire puede deberse bien a
la evaporación proveniente de las piletas donde se almacenan las aguas
residuales o por fugas en los pozos de gas y tuberías, que contribuyen a
aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero.
En 2011 un informe de la Casa de los Representantes de Estados Unidos
dictaminó que de los 2500 productos empleados en la fractura
hidráulica, más de 650 contienen químicos potencialmente cancerígenos.
Esto pone en riesgo las aguas subterráneas y superficiales ya que la
‘sopa química’ que se inyecta durante la fractura puede filtrarse por
problemas de cementación de las cañerías o migrar más allá de la
formación geológica que se pretende intervenir, también derramarse
durante su manipulación en superficie o tratamiento y disposición
inadecuada de las aguas residuales.
El gobierno de Neuquén estima, por ejemplo, que por cada pozo se
utilizarán 20 millones de litros de agua en el proceso de fractura.
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