Pandilleros atacan nuestra casa y la policía no hace nada

Hace una hora aproximadamente un grupo de pandilleros de la zona que suelen juntarse todos los días y sus noches en la vereda de la propiedad de los Brommer en barrio San Ramón Sur atacaron a pedradas nuestra vivienda cuando toda la Flia. dormía.


Los vándalos ya se vienen arraigando en el lugar mencionado desde hace varios meses, donde entre otras cosas realizan juegos de cartas y escuchan música a todo volumen sin considerar al resto de los vecinos.

Hace dos días incendiaron un canasto de residuos que estaba colmado de basura, para mostrar cierta impunidad y despertar miedo a los vecinos del barrio ubicado sobre calle Entre Ríos al 1600.

Esta madrugada, como siempre estaban reunidos unos diez o quince muchachones, jugando a las cartas y bebiendo bebidas alcohólicas mientras escuchaban la música como es su costumbre.

Hasta que a algunos se les ocurrió la "gracia" de comenzar a tirar piedras de gran tamaño sobre el techo de nuestra vivienda, causando el temor de mi familia que debió ser hospitalizada por el susto, que estos vándalos le causaron en pleno sueño.

Al tomar conciencia de lo sucedido y mientras las piedras seguían cayendo sobre el techo, decidí salir a confrontarlos, para pedirles una explicación sobre su comportamiento contra nosotros.

Los sujetos se hicieron los distraídos y me sacaron a punta de cuchillo del lugar para que los deje hacer su vida tranquila, que ellos no tenían nada que explicar.

Al sentirme amenazado volví hasta mi casa solté al perro, agarré un machete y fui a enfrentar al grupo de bandidos que no solo estaban molestando a los vecinos sino que además mostraban un comportamiento amenazante hacia mi persona.

Cuando me acerqué por segunda vez, les hice saber que no estaba dispuesto a quedarme callado y que si las cosas debían ser de manera violenta lo íbamos a tener que solucionar de esa forma, porque nosotros a ellos nunca los molestamos, ni le reprochamos conducta alguna.

Un par de estos se quiso parar de manos intentando gritarme para amenazar, pero lo paré en seco, haciéndole ver que era un mocoso que no podía digirse así a una persona mayor.

Cuando manifesté mi disconformidad les solicité que en diez minutos como máximo, tenían que desarmar esa ranchada que acostumbran a hacer para molestar a la gente de trabajo y ahí ellos se molestaron y comenzaron a insultarme al tiempo que corrían tirándome piedras.

La mayoría de estos jóvenes son del mismo barrio, pero de un tiempo a esta parte se han vuelto belicosos, ladrones, revoltosos y atrevidos; no respestan a las personas y creen que tienen derecho a realizar cualquier acto de vandalismo con total impunidad.

Entre tanto, mi esposa Laura y mis hijas llamaron incansablemente a la Comisaría para que un móvil se acercara a poner un poco de orden pero los llamados fueron infructuosos. 

Nadie se dignó a hacer nada por nosotros. Mis hijas sufrieron un colapso nervioso que las dejó muy mal de salud. Llamamos al hospital para que bajara una ambulancia, pero pasó más de media hora y la ambulancia no apareció.

Como medida alternativa llamamos a un remis que gracias a Dios llegó a tiempo para llevar a nuestras hijas hasta el hospital. La ambulancia estaba estacionada en calle Entre Ríos y Caá Guazú esperando que una unidad policial los acompañe para ingresar al barrio.

Los vándalos que pude identificar dentro del grupo son los hermanos Lino, los hijos de la Antonia Almada, un Miño de atrás de casa, un tal Paiz, hijo de Rubén apodado pichón; Braian González vecino contiguo a nuestra casa y otros encapuchados que en la oscuridad no pude ver bien quienes eran.

Luego que me retiré del lugar, y mientras esperaba la ambulancia o a la policía, los bárbaros estos seguían tirándonos piedrazos sobre el techo de la vivienda. 

Esta no es la primera vez que la policía se niega a brindar sus servicios de seguridad, ya nos han atacado alguno de estos delincuentes con piedras y hacha, pero cuando llamamos a los agentes del orden nunca aparecieron.

En este momento toda mi familia está en el hospital Robinson siendo atendida, mientras tanto los malhechores  siguen rondando la casa con ánimo de molestar.

Parece que hay que aplicar la ley de la selva y yo estoy dispuesto a hacerlo, para proteger a mi familia. Espero que las autoridades y los padres de estos jóvenes hagan algo porque si no, todos lo lamentaremos.

Pablo Lugo.

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