Carta abierta al ministro de salud de la provincia Ricardo Cardozo

A continuación compartimos el texto de la  carta abierta dirigida al ministro de salud Ricardo Cardozo, escrita por el médico Juan Fernando Marcópulos.


Dr. Cardozo

Ministerio de Salud Pública de la provincia de Corrientes:

Como médico generalista y vecino de la ciudad de Corrientes, es mi deber dirigirme a usted para interrogarlo respecto a situaciones que nos preocupan ya que ponen en riesgo nuestra integridad física y nuestra propia vida en una situación tan especial como la que vivimos.

Un deber, porque ante la confusión y la desorientación que nos embargan como comunidad, al menos le da la oportunidad de responder a estas inquietudes, llevando tranquilidad, si estuvieran en vías de solución, o al menos comprensión, si fuese de imposible resolución.

Le reconozco su trayectoria y el profundo conocimiento que tiene de la administración de ese ministerio del cual usted, desde distintas funciones, conoce desde la misma llegada de la UCR al gobierno provincial.

Aunque me parecieron excesivas algunas medidas al inicio, cuando aún NO TENÍAMOS circulación viral y comunitaria, reconozco que lograron mantener a raya los contagios durante un largo tiempo, merced a una buena estrategia de bloqueo y muchísimo compromiso de los funcionarios y el personal de Salud Pública. Me consta, personalmente, la entrega, la dedicación y el consiguiente cansancio de algunos a quienes conozco personalmente.

Sin embargo, luego de cien días de cuarentena en nuestra provincia, que liberaron al sector hospitalario para poder reorganizarse en función de la crisis COVID, de haber fortalecido la infraestructura con aportes del gobierno nacional y de habernos hartado de hablar del virus y las medidas de protección personal, vemos con angustia la situación del personal sanitario con contagios en todos los hospitales y muertos en lugares del “primer contacto”, que no estaban entrenados en el correcto uso del EPP ni los tenían en muchos casos.

Pero eso, también, se fue ajustando.

Hoy me tocó acompañar, más como vecino y amigo que como profesional, dos casos que me preocuparon mucho, porque hablan de que existe un sistema destinado a cuidar la vida, pero en cuyos detalles existe un alto nivel de negligencia o al menos mucha desorganización, al punto de poner al borde del fracaso a todo el sistema.

En el primer caso, una paciente con algún resultado positivo para COVID 19, en aislamiento con toda su familia. Cumpliendo el segundo o tercer día, la paciente comienza con una dolencia habitual, que requiere un psicofármaco y lo solicita al teléfono con el que coordinaba toda sus actividades. Después de todo un día sin haber conseguido su medicación, “alguien” desde el otro lado del teléfono le “sugiere” que recurra a su médico habitual (la atiende en el Hospital Público) y que se llegue por sus propios medios a la farmacia más cercana a comprarlo.

Es decir, que rompa su aislamiento, ponga en riesgo a la población de pacientes y profesionales del hospital, así como de un comercio (las farmacias actuales tienen hasta un mini mercado). La señora, en su responsabilidad y desesperación, recurrió a nosotros y nosotros a una cadena de trabajadores sociales, hasta solucionar el inconveniente.

Lo llamativo es que al mismo tiempo se comentaba un caso similar en medios radiales, así como una paciente que quedó toda la madrugada en el patio del hospital de campaña por la misma situación. Es decir no es un hecho aislado.

Ese mismo teléfono es el que NO CONTESTA cuando uno llama por un paciente sospechoso o, cuando solicitamos asistencia, les dicen que NO TIENEN MÓVILES.

Pero más grave, aún, es la situación de los pacientes NO COVID, las urgencias y emergencias habituales, que NO ENCUENTRAN ASISTENCIA en las guardias de los hospitales, ni en CLÍNICAS PRIVADAS.

Le recuerdo que el Misterio de “Salud Pública” es responsable tanto del sistema hospitalario, como del mal llamado “PRIVADO” al cual debe regular.

El jueves 5 de noviembre, una vecina de mi barrio que había sido internada la semana pasada por una posible úlcera gástrica o duodenal, pero que en sucesivos análisis, fue demostrando la caída de su hematocrito. Es decir, por algún lado perdía sangre. Deambuló durante todo el día CON EVIDENTE RIESGO DE VIDA, entre las guardias del Hospital Llano y Hospital Vidal en la mañana, volvió al CAPS a la tarde donde le hicieron una derivación al Hospital Escuela, lugar donde “VOLVIERON A RECHAZARLA” por falta de camas. Luego de arduas gestiones de funcionarios de Salud Pública, logramos contactar con el médico a cargo de la guardia y a las 22 comenzó a buscarse donantes de sangre para realizarle una transfusión.

Es una anécdota. No debería ser importante, pero se repite en numerosas situaciones de pacientes NO COVID rechazados de las guardias. También lo vemos en el Hospital de Campaña… ¿No es que la gente “No debería concurrir allí si no tiene sospecha de COVID"?

Simultáneamente vemos las manifestaciones de enfermeros precarizados que ¡ganan un cuarto de lo necesario para llegar a la línea de pobreza! ¡Contratados como monotributistas!, personal sanitario cansado, mal pagado y mal tratado.

¿Qué hicieron en estos ya casi doscientos días de cuarentena?

¿Cómo aprovecharon el tiempo? ¿Entrenando al personal? ¿Fortaleciendo la relación y estimulando a los trabajadores de la salud? ¿Cómo?

¿Qué diagnóstico tiene de la situación actual?

¿Qué está pasando? ¿Qué tenemos que hacer si tenemos un dolor de panza, o una diarrea, o un posible cáncer?

¿Cómo piensan corregir esta maraña de detalles que por lo visto NO PREVIERON?

Me alegro de que contemos con cien respiradores y un robot.

Pero prefiero que me atienda una persona que SEPA CÓMO canalizar nuestros problemas de salud.

Había un general que solía decir “LA ORGANIZACIÓN VENCE AL TIEMPO”. TUVIERON TIEMPO.

Juan Fernando Marcópulos- Médico M.P. 3880

06-11-2020

Fuente: A la Hora Señalada

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