La frase, se dice, fue acuñada por los romanos para mofarse de los necios, que se alababan entre sí.
Pero en este caso me gustaría darle un sentido un poco más amplio de su origen etimológico romano para sondear algunas cuestiones de nuestra actualidad política local.
El burro rasca al burro, podría ser el título de esta columna de opinión; en el marco de unas cuestiones que tienen que ver con el patrimonio público de los montecasereños y los poderes de la democracia que de ellos disponen en absoluta discreción.
En esta ocasión me parece importante señalar la forma arbitraria y despótica con que se maneja el Poder Ejecutivo Municipal, acompañado eso sí por el Legislativo local, otorgando en donación terrenos, que son propiedad de todos los casereños y que se encuentran en uno de los puntos más exclusivos y caros de la ciudad en favor del Poder Judicial de la Provincia.
Como si el Poder Judicial no contase con recursos suficientes como para comprarle al pueblo de Monte Caseros una porción de tierras donde construir su sede propia.
Muchos casereños deambulan por las oficinas del municipio buscando una parcela de tierra donde poder construir sus viviendas, pero la respuesta siempre es igual "no hay más terrenos libres".
Entonces esos ciudadanos son empujados a buscar tierras poco propicias para levantar sus casas, en condiciones infrahumanas y donde las inundaciones y carencias de infraestructuras básicas, los conminan a una vida de padecimientos diarios.
Sin embargo el burro local aprovecha la oportunidad para quedar bien con el burro provincial, y le "dona" una buena parte de los sitios que "no había", para que éste último pueda realizar su propio corral.
A todo esto, sería tonto pensar que es cuestión de burradas; lo que propongo es analizar quien se favorece y quien se perjudica en esta "donación de terrenos al Poder Judicial".
Evidentemente el primer beneficiado es el Poder Judicial, que sin meter la mano en el bolsillo, se alza con unos buenos metros de terrenos, que de tener que pagarlos constarían varios millones de pesos, no sólo por su ubicación sino también por contar con todos los servicios básicos necesarios.
El otro beneficiado indudablemente es quien detenta el Poder Ejecutivo Municipal, dado que su "generosidad" sería muy tenida en cuenta en el corto o mediano plazo por el Poder Judicial, por si las cosas requiriesen de su asistencia.
Pierde en toda esta operación de "dádivas y gentilezas", el pueblo de Monte Caseros, es decir el ciudadano de a pie, que no tiene una porción de tierra donde proteger a su familia y además se queda sin el activo que representaba el valor de los terrenos donados por el gobierno.
Al fin de cuentas los burros terminamos siendo "nosotros" los ciudadanos que miramos impotentes cómo se reparten los privilegios entre los distintos poderes de la democracia, que debiera ser "Del pueblo, Por el pueblo y Para el pueblo".
Como alguna vez dijo el cantautor popular Piero "entre bueyes no hay cornadas".
Pablo Lugo.
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