Ante la amplia repercusión que ha tenido nuestra nota "Pandilleros atacan nuestra casa y la policía no hace nada", debemos aclarar que nuestros reclamos no son oportunistas, sino justos.
Una nota, tres destinatarios. |
Tal es así que los vecinos de este sector de la Ciudad hemos presentado ante las distintas autoridades de la democracia, una nota con fecha 19 de Enero de 2015; solicitándole al Juez de Instrucción, al Intendente Olivieri, como así al Comisario Correa, mayor presencia policial y del Estado en nuestro asentamiento barrial.
Las notas fueron presentadas y recibidas por cada una de las instituciones mencionadas, el día 21 de Enero de 2015.
Como respuesta recibimos una nota firmada por el intendente Miguel Ángel Olivieri, de fecha 05 de Febrero del 2015, indicando que había dado traslado de nuestra inquietud al Comisario Correa, en ese entonces a cargo de la Departamental local.
En la nota enviada por el Sr. Intendente, se determinó asignar un móvil y personal policial en forma permanente "en horario nocturno exclusivamente para ese barrio".
También se instruyó "intensificar el recorrido de la Guardia Urbana Municipal" en carácter "preventivo".
El resultado de esos trámites y aquellas promesas duraron menos que la vida de una efímera, sólo se contó con presencia policial por algunas noches y al principio; luego todo volvió a ser igual.
En la nota firmada por los vecinos se solicitaba medidas correctivas sobre cuestiones que se iban desmadrando y preocupaban seriamente a los pobladores.
Consideramos que si el Estado Municipal y Provincial hubieran desarrollado estrategias de implementación de medidas participativas y duraderas en el tiempo, no deberíamos estar lamentando esta especie de desplazamiento hacia la clandestinidad de los grupos de jóvenes que carecen de oportunidades sanas de recreación y falta de contención social de parte de las autoridades.
Pasado el tiempo, cuatro años y cuatro meses, sólo se piensa en medidas represivas como para lograr encarrilar nuevamente el tren de la concordia y la normal convivencia.
Esa no es la solución que pretendíamos ni esperábamos, pero pareciera que es la única alternativa a adoptar en momentos donde la crisis económica golpea fundamentalmente a los sectores más desprotegidos de la sociedad, transformando al barrio en un lugar de disputa donde se enfrentan pobres trabajadores, contra pobres delincuentes o desplazados del sistema.
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