La justicia casereña intenta matar al mensajero

Desde un tiempo a esta parte los que trabajamos en Infomontecaseros.com, estamos padeciendo un singular cúmulo de persecuciones y amenazas algunas abiertas, otras veladas.


Suponemos que este tipo de actividades "institucionalizadas", tienen que ver con nuestra actividad periodística, donde denunciamos concretamente algunos hechos que otros medios solo sobrevuelan.

Si bien siempre ha habido tensión entre la prensa y los representantes del poder, debemos reconocer que desde que en nuestra página denunciamos amenazas de policías implicados en hechos violentos no demasiado aclarados, en complicidad con la justicia, las cosas fueron tomando un tono preocupante.

Fuimos siguiendo un camino de derrotero, por el cual las instituciones que deben garantizarnos la justicia, seguridad y gobierno, nos respondieron con persecución, aprietes velados y amenazas concretas sobre nuestras personas y trabajo.

Ahora bien, todas esas denuncias fueron radicadas en tiempo y forma en la fiscalía local, de la cual todavía no hemos tenido respuesta alguna. "Pasó al Juzgado" dicen los administradores del servicio público.


Denunciar a policías violentos o corruptos obviamente acarrea inconvenientes, para los que lo hacen; y nosotros y nuestro medio no somos los que tapamos o maquillamos la verdad para que todo siga igual; al contrario.

Creemos que las Instituciones de la democracia tienen que ser tan transparentes como sus miembros y cuando las cosas no son así, se siente el tufo rancio de la corrupción.

Por ejemplo, nuestro medio fue el único que contó con lujos de detalles una situación que se dio entre dos policías de la Comisaría segunda un masculino de apellido Vich y una femenina de apellido Pastrana.

Desde allí comenzamos a recibir amenazas de parte de uno de los involucrados y de su padre un suboficial mayor de la policía de Corrientes, padre de la fémina implicada en el asunto.

Se radicó la denuncia en la fiscalía y se presentaron todas las pruebas y números de teléfono desde donde se profirieron las amenazas, pero hasta ahora nada.

Entretanto la vida continua y los riesgos de vivir en permanente exposición con temas de actualidad política, económica y policial local o provincial, hacen de nuestra labor, una tarea de difícil equilibrio.


Llama la atención lo rápido que acciona el resorte de la justicia casereña, cuando uno debe concurrir a sus estrados a dar testimonio o lo que manden a realizar, y lo contrastante que se muestra cuando desde el barrio se llama a las fuerzas de seguridad, para que concurran y puedan evitar un hecho de violencia.

Allí se ve que el brazo de la Ley y la justicia no llega a tiempo, es más nunca llega. 

Parece mentira pero no podemos otra cosa imaginar, que hay en ciernes sobre nosotros, una conspiración impulsada por parte del aparato político, judicial y policial que intenta disciplinarnos.

Como frutilla del postre, podemos suponer que el pedido de comparecencia a declarar como testigo de una causa impulsada por un tercero por amenazas, somos nuevamente objeto de un destrato por parte de la justicia, que nos cita a la 9,00 pero después dicen no pueden atendernos por "estar ocupados".

Y posteriormente envían una nueva cédula de citación bajo apercibimiento de usar la fuerza pública, como medida coercitiva. 

Es raro también, que el Oficial Principal Juan de la Cruz Robledo firmara rápidamente la cédula de notificación para apersonarnos ante la fiscalía, pero que haya omitido enviar un móvil cuando se lo requerimos vía telefónica el día 30 de agosto.

Anteriormente al llamado de Robledo se llamó a la Comisaría 1ª por lo menos seis veces de las cuales respondieron cinco, para que enviaran un móvil policial que nunca llegó.

"Ya va para allá" dijeron desde la Comisaría y desde su celular Robledo, "bueno ahora voy a ver". Casualidad o causalidad?  Nota vinculada


Matar al mensajero es una frase metafórica que se refiere al acto de culpar a una persona que trae malas noticias en vez del autor de las mismas. Anteriormente, los mensajes eran enviados por un emisario humano. A veces, durante la guerra, por ejemplo, se enviaba a un emisario desde un campamento enemigo.
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