Lunes de terror en el Banco de Corrientes local

Ayer una serie de complicaciones hicieron que los usuarios del Banco de Corrientes sucursal Monte Caseros, vivan un día de infierno, por el calor, los cortes de luz y la displicencia del personal.


Como todo lunes y a pesar del mal tiempo, la cola para obtener un número y ser atendidos comenzó varias horas antes de la apertura de las puertas de la institución que representa una buena parte de la demanda bancaria de nuestra ciudad ya que allí se cobran los sueldos, jubilaciones y se abonan los impuestos y rentas provinciales.

Pareciera que todo se confabuló para que el público tenga que pasar una mañana, y buena parte de la tarde, esperando que los cajeros se dignen a atender a cientos de personas que esperaban angustiadas que el cartel de llamado cambie en algún momento. 

Pero eso no pasaba, todo fue lento y cansino, los números no avanzaban y la incomodidad de los clientes y usuarios comenzaba a subir la temperatura del ambiente.

A la perezosa actitud de los cajeros, se le sumó otro factor para hacer del asunto una olla de presión que hizo que algunos usuarios exploten airadamente quejandose por la falta de profesionalismo de sus interlocutores. 

Los cortes de energía eléctrica se fueron sucediendo a lo largo de la mañana. Cualquiera diría bueno pero el Banco tiene grupo electrógeno propio por ende, los cortes no deberían ser un problema mayor. 

Es cierto el grupo estaba, pero para el último corte de luz, de tres que ocurrieron, ya no tenía combustible que lo hiciera marchar, por lo que sin energía todas las máquinas quedaron fuera de servicio.

"Conté que atendieron a 55 personas en cinco horas y media" dijo indignada una señora que quedó atrapada dentro del Banco hasta las cuatro de la tarde esperando por su trámite.

Los policías de consigna debían apaciguar los ánimos de los usuarios que enojados daban voces y reclamaban una atención más acorde a sus necesidades; mujeres ancianas, hombres jubilados, personas con alguna dolencia física, madres con sus hijos, todos sufriendo una atención bancaria de muy baja calidad y en condiciones desesperantes.

Los colados amigos de los cajeros, tampoco ayudaron demasiado a descomprimir el asunto, sin respeto por los ordenes de llegada pasaban como pancho por su casa, burlándose de la suerte ajena.

Encerrados en un edificio sin aire acondicionado y esperando que los atiendan, no hubo autoridad bancaria alguna que respondiera a las quejas de los usuarios que la emprendían contra el policía de turno, como si fuese él el responsable de toda la institución.

"Esto no cambia más", "se burlan de la gente", "ante la necesidad, me tengo que quedar", fueron algunas de las expresiones de los usuarios que esperaban en vano que alguno de los tres cajeros dispuestos para su atención los llamaran y terminaran así su odisea.






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