La selección lusa se proclama campeona de la Eurocopa gracias al gol de Éder en la prórroga (1-0) Cristiano Ronaldo se retiró lesionado en la primera parte.
Portugal festeja la obtención del campeonato Europeo por primera vez. Foto: Kai Pfaffenbach, Reuters. |
Portugal puso fin a un maleficio que parecía interminable y, por primera vez en su historia, se coronó como campeona de la Eurocopa en Francia.
Lo hizo, además, de la manera más difícil posible. Superando al
anfitrión de forma agónica, en un partido que necesitó de una prórroga y
en el que, a decir verdad, fueron netamente inferiores a Francia. Una
final en la que además no pudieron contar con su gran estrella, Cristiano Ronaldo,
que se retiró lesionado en la primera parte. El sufrimiento de un
bloque con más oficio que talento, terminó brindándole una victoria a un
país que la necesitaba desde 2004, cuando Grecia les separó de la
gloria en su propia casa.
Un gol de Éder en la prórroga, cuando las fuerzas eran mínimas en
ambos bandos, hundió a la poderosa hinchada francesa, que necesitaba la
victoria tras un largo año de decepciones. Pudo más la ilusión
portuguesa, que peleó contra todos los elementos hasta lograr un
objetivo que parecía inalcanzable.
No hubo duelo posible entre Griezmann y Cristiano Ronaldo,
lo que alargará el siempre interesado debate por el Balón de Oro. El
francés, de los mejores de su equipo, pudo decidir la final y con ello
pasar a la historia en varias ocasiones, pero erró una vez tras otra.
Más que eso, acertó el héroe portugués de la noche, su portero Rui
Patricio.
Francia, anfitriona y por tanto favorita, quiso ganar la final ‘a las
bravas’. Su salida fue imponente, como se intuía. A Portugal sin
embargo, no le importaba esperar. Los lusos, un equipo diesel, con menos
virtudes pero sin grandes defectos, temían el enorme potencial de su
rival, que en casa salió con la adrenalina por las nubes. El guión se
reprodujo a lo largo del partido, salvo en alguna salida portuguesa,
mermada por la lesión de Cristiano Ronaldo.
Francia es una selección que vive de la gran verticalidad de sus
centrocampistas, entre los que Griezmann baila a su antojo en busca de
espacios. El ‘Principito’, en la que tenía que ser su gran noche,
demostró que quiere llamar a las puertas de los gigantes, aunque de
momento no haya sido capaz. De hecho, tardó muy poco en poner en jaque a
Rui Patricio con un bello remate de cabeza que el portero portugués
tuvo que sacar de la escuadra derecha.
La final tuvo pronto una noticia trágica. No se habían leído la cartilla
todavía ambos equipos cuando el encuentro se vio eclipsado por la
lesión de Cristiano Ronaldo. Un choque fortuito con Payet camino del
minuto quince sembró el pánico en Portugal. El de Madeira se retorcía de
dolor. Nadie sabía si era un golpe o había lesión de verdad. Salió del
campo en busca de un vendaje milagroso, en realidad quería consuelo ante
lo que él ya sabía que era una lesión de gravedad.
Se probó durante unos minutos el portugués. No quería rendirse ante
la gran oportunidad de su vida de levantar un trofeo con su selección
con él en el campo. Pero cada carrera era un suplicio. La cojera
aumentaba. Se sacó el brazalete, lo lanzó al suelo y se tumbó mientras
rompía a llorar. La final se había terminado para él. Sus sueños se
habían roto en sólo 25 minutos.
En la recta final del primer tiempo Portugal consiguió salirse de la
presión a la que se veía sometida. Hasta entonces había llegado por
oleadas, con rápidas transiciones una vez superada la primera línea de
presión francesa. Sin embargo, las ocasiones eran siempre para Francia.
Sissoko, el jugador más activo sobre el campo, profundizó en una jugada
aislada y fue capaz de probar de nuevo a Rui Patricio, intratable
durante toda la noche.
Éder celebra el gol que logró derrotar a Francia. Foto: Miguel Medina AFP. |
En la segunda parte, Francia decidió no mantener la presión del inicio
de la primera. Portugal comenzó a jugar con más espacios, a imponer su
estilo de juego y a llegar con más peligro sobre la portería de Lloris.
Pero les duró poco la alegría a los lusos. Porque Francia se adueñaría
del partido con el paso de los minutos.
Las ocasiones fueron cayendo a cuentagotas, pero siempre del lado
francés. Griezmann remató alto, de cabeza de nuevo, cuando todo el Stade
de France cantaba el gol. Los galos percutían, aunque con ciertas
prudencias. Las finales exigen valentía, pero también saber que no
perderla es lo más importante. Esa parecía ser la única ilusión de
Portugal, descabezada tras la lesión de su estrella.
Poco después fue Giroud el que desperdició la ocasión ante Rui
Patricio, que también se lució en una parada para el recuerdo ante un
disparo lejano de Sissoko. En la recta final, el técnico portugués metió
a Eder para disponer de centímetros en el área rival. Una doble ocasión
de Nani y Quaresma, que desbarató Lloris, fue todo el bagaje portugués
en los noventa minutos.
En la prórroga ambos se soltaron la melena. El cansancio permitió que
apareciesen los espacios y, sobre todo, Francia rozó el gol en varias
ocasiones. Gignac incluso fue capaz de disparar al palo, pero la suerte
que se necesita para triunfar, tanto en la vida como en el fútbol, no
estuvo del lado de Francia en esta ocasión. En la segunda parte del
añadido, cuando los penaltis parecían el destino más lógico, un
milagroso disparo lejano de Éder decidió un campeonato. Hasta Cristiano,
lesionado, corrió en la banda a celebrarlo.
Francia lo hizo todo para ganar, pero se quedó a las puertas del
éxito.
Portugal siempre creyó en sus armas, por muy pocas que fuesen, y
el fútbol les devolvió la gloria que les quitó Grecia en su casa en
2004, como ellos ahora a Francia. Los galos, merecieron más, pero esta
generación tendrá más oportunidades de levantar un gran trofeo. Con el
recuerdo aún presente de los atentados que sembraron el pánico en París
hace seis meses, Saint Denis volvió a ser noticia mundial. Pero el
protagonista fue, por fin, solamente el fútbol.
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