Son del sindicato de ATILRA en protesta por conflictos sectoriales pero también ligados a las condiciones internas de trabajo.
Según informa la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas - APYMEL - un millar de trabajadores afiliados al gremio de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera -ATILRA - habrían tomado la planta de la reconocida firma de lácteos Barraza.
El gremio lechero habría
estado convocando a trabajadores de todo el país para este lunes bloquear la planta.
En un clima enrarecido que vive el sector lechero se suma una nueva
incidencia por el bloqueo de la planta de Las Heras de Lácteos Barraza.
Las protestas además involucran una mejora en las condiciones
laborales, mejores baños y vestuarios, falta de elementos de trabajo,
pisos, etc. Más allá de eso, diferentes fuentes del sector aseguran que
las razones ocultas son otras, algunas particulares con la empresa, como
puede ser la efectivización de personal temporal o contratado por la
estacionalidad y que es relevado cada 3 meses y así no se establece
vinculación efectiva.
Jaqueada
primero por la suba de retenciones ya en 2005, la lechería luego fue
acorralada por el avance imparable de la soja que la fue “sacando de la cancha”.
La
cadena lechera constituye, probablemente, uno de los ejemplos más
claros de lo que el Gobierno dice que quiere: muchos productores,
distribuidos en zonas variadas, productos procesados, mucho marketing,
mucho packaging, demanda de insumos, transporte, un mercado interno
diversificado, marcas, mucha mano de obra, tanto a nivel tambo como
usinas y, en general, con posibilidades de exportación.
Así
lo demuestran países vecinos como Uruguay y más recientemente, Brasil,
aún con precios internacionales muy bajos como los actuales, de
alrededor de U$S 2.000 por tonelada de leche en polvo.
Semejante sumatoria de elementos “deseables”
estarían indicando que la actividad es floreciente y que es muy cuidada
por las autoridades de turno, que la toman como ejemplo.
Sin
embargo, prácticamente viene ocurriendo todo lo contrario, y desde
fines de los ´90, el rubro entró en un casi total estancamiento
productivo en alrededor de 11.000 millones de litros anuales, mientras
que desde el 2.000 para acá, desaparecieron casi el 50% de los tambos,
que hoy no superan los 10.000 establecimientos.
Al
igual que con la carne, en la lechería se hicieron todos los ensayos de
medidas diversas, desde las retenciones, hasta los cupos, los precios
sugeridos, el congelamiento del mercado, las restricciones para
exportar, o los precios “de corte” (por los que
internamente solo se podía pagar una parte de lo que valía en el mercado
internacional), por mencionar sólo algunas de las medidas
intervencionistas que se adoptaron en los últimos años.
El resultado está a la vista, y excede holgadamente el problema mundial de bajos precios actuales.
En
Argentina, la concentración fue el dato más saliente de la actividad, a
la que en el último tiempo se sumó la descapitalización y el
endeudamiento.
Jaqueada
primero por la suba de retenciones ya en 2005, la lechería luego fue
acorralada por el avance imparable de la soja que la fue “sacando de la
cancha”. En aquel momento, los precios internacionales de prácticamente
todos los productos, crecían día a día. La oleaginosa llegó a superar
los U$S 600 por tonelada, pero la leche en polvo pudo rondar los u$S
6.000 (¡!).
Descartado entonces el
tema precio, la caída de la producción lechera se fue dando por las
sucesivas restricciones que se le aplicaron al comercio interno y
externo, que deprimieron a tal punto los ingresos de los tambos, hasta
que se llegó a la situación de hoy en la que ni siquiera las
autoridades, que desde hace años conocen esta situación e, incluso,
antes de llegar al Gobierno eran fuertemente críticos sobre lo que
estaba sucediendo, ahora no parecen encontrar el rumbo, ni saber
demasiado qué hacer.
Es cierto que
todos los países productores están atravesando una situación difícil por
la fuerte caída de los precios internacionales. La diferencia es que la
mayoría de ellos pudieron aprovechar a pleno la buena etapa, hicieron
“colchón”, crecieron sin endeudarse.
Varios
de los gobiernos, por su parte, tienen instrumentados mecanismos contra-cíclicos, de ayuda puntual para momentos como éste, del tipo de
stocks para sacar temporariamente producción del mercado, y
descomprimirlo, alivios fiscales, etc.
Ahora, los tamberos sostienen: “no vamos a morir callados", mientras se multiplican las asambleas, y la Nación, hasta ahora, apenas incursionó en algunas reuniones con las provincias, para estudiar la situación.
¿Qué más quieren saber que ya no se haya dicho, analizado, desmenuzado hasta el cansancio?
Para
colmo, nadie atina a explicar (o a dar a conocer) la composición de los
precios dentro de la cadena comercial donde algunos pierden y otros no
tanto; el supermercadismo no parece querer sentarse siquiera a la mesa
de diálogo: las principales usinas están financieramente comprometidas, y
hasta los magros anuncios del 8 de enero, en los que se expuso
inclusive el presidente Mauricio Macri, con su presencia en medio de un
cultivo en Venado Tuerto (¡), se materializaron hasta ahora.
O sea, que el “parche”
de 40 centavos por litro, por 3 meses, para una actividad que enfrenta
un quebranto de $ 1,70 a $ 2, ni siquiera llegó todavía (pasaron más de
40 días), recién se publicó ahora en el Boletín Oficial, por lo que se
efectivizaría a partir de la semana próxima.
Tampoco se
cumplió el compromiso industrial de mantener los valores en tranquera de
tambo y, mientras, las reuniones oficiales siguen Medidas más
concretas, inmediatas y de corto plazo, de alivio fiscal, para aumentar
la transparencia del mercado, de fomento a la actividad que enfrenta
costos crecientes, no se escuchan hasta ahora aunque, vale reconocerlo,
tampoco hay propuestas desde el lado de la producción que a esta altura,
parece tan poco creativa como el propio gobierno.
Por Susana Merlo Analista especializada. susanamerlo.com
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