A la persistente caída de los valores internacionales de los granos, se agrega la creciente presión tributaria y el aumento de los costos internos. Pérdida de divisas clave para el país y para diversificar la explotación agrícola. La Argentina ha sido y seguirá siendo tierra de oportunidades.
Pero lamentablemente una vez
más se avanza en el camino opuesto, pese a que lleva a un final de
crisis.
Eso es lo que advierten los productores trigueros, pero también de las economías regionales y del
sector ganadero y avícola, que una vez más se ven defraudados por la
ausencia de políticas de largo plazo que alienten la producción de un
cultivo clave para la mesa de los argentinos y el mundo, y que sólo se
han concentrado en sustraer la renta antes que en potenciarla.
Los Productores se ven defraudados por la falta de políticas de largo plazo
La
fuerte escalada de los precios internacionales de las materias primas,
coincidente con el inicio de la presidencia de Cristina Kirchner a fines
de 2007 no pudo ser capitalizado por el sector agrícola, por la
presencia de las retenciones sobre las exportaciones, el atraso
cambiario que provocó la vuelta de la inflación a tasa de dos dígitos
altos al año y la creciente presión tributaria a nivel nacional, pero
también provincial y municipal.
Con anteriores gobiernos y
precios sustancialmente inferiores al promedio de la última década el
país había llegado a destinar más de siete millones de hectáreas a la
producción triguera y acompañar el ciclo expansivo de la soja y llegó a
casi duplicar la cosecha en menos de una década.
Hoy con
cotizaciones en Chicago que se han derrumbado respecto de los picos de
2013 y 14, como también ha ocurrido en los valores del Golfo de México,
principal mercado de referencia para los contratos del trigo argentino,
pero que se mantiene más de un 60%, en dólares, por arriba del promedio
que tuvo bajo las presidencias de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, la
siembra se proyecta a la mitad y se prevé una producción más cercana a
los tiempos de la hiperinflación de 1989 -90.
HOY SE SIEMBRA LA MITAD DEL ÁREA CULTIVADA DOS DÉCADAS ATRÁS
Trabajo a pérdida
Semejante
retroceso es producto de que ahora con mayores precios nominales, pero
menores en valores efectivos por las retenciones y nuevos impuestos, los
productores de trigo pierden dinero tanto en los cultivos en campos
propios, como alquilados.
"Se acerca la cosecha de trigo en la
región pampeana y los precios del trigo siguen bajando por altos stocks
mundiales y por las restricciones a las exportaciones impuestas por la
Secretaría de Comercio. Este comportamiento afectó primero el resultado
en campos alquilados, pero ahora se extiende a la producción en campos
propios. Actualmente, el rinde necesario para cubrir los costos del
trigo en un campo del oeste de la provincia de Buenos Aires es de 3,9
toneladas por hectárea. El rendimiento promedio histórico que se obtiene
en esa zona en un año normal es de 2,9 toneladas por hectárea", destaca
un trabajo de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de
Experimentación Agrícola
Marcelo Carrique, productor de
Henderson, provincia de Buenos Aires índica en informe de Aacrea que por
"cada 50 hectáreas que sembró gastó u$s23.550 en semillas,
fertilizantes, herbicidas y cosecha y espera cobrar u$s18.834 por su
producción, al entregar su trigo a un precio neto de u$s90 dólares por
tonelada. Perdió 4.716 dólares cada 50 hectáreas, a los que habría que
sumarle los gastos fijos (movilidad, comunicaciones, mantenimientos)".
MARCELO
CARRIQUE: "CADA 50 HECTÁREAS GASTÉ U$S23.550 EN SEMILLAS,
FERTILIZANTES, HERBICIDAS Y COSECHA Y ESPERO COBRAR U$S18.834 POR LA
PRODUCCIÓN"
"Con un avance de siembra del 65%, el trigo 2015/2016
va consolidando un escenario con una fuerte disminución de superficie
implantada. Manteniendo la intencionalidad de área de 3,5 millones de
hectáreas, 20% de caída frente al ciclo pasado, la ventana de siembra va
acercándose a su fin y con más señales negativas. Se enciende la alerta
porque, además de la caída de intencionalidades, están faltando
condiciones de humedad adecuadas para proseguir labores, particularmente
en el oeste del país", coinciden en señalar los informes de las Bolsas
de Cereales de Buenos Aires y también de Rosario.
Con ese
escenario, los productores han disminuido al mínimo el uso del
denominado paquete tecnológico, pese a que de esa manera afectan
negativamente la productividad unitaria del trigo 2015/2016, como así
también sobre la nutrición del suelo. Pero aseguran que no lo hacen por
rebeldía, sino por falta de capacidad financiera. Según indican los
informes del sector "hay muchos lotes implantándose sin fertilización de
fósforo, lo que no sucede desde hace 30 años".
A contramano del mundo
Un
estudio de Aacrea destaca que "diez años atrás, la cosecha nacional de
trigo fue de 16,9 millones de toneladas y la producción mundial, de
626,7 millones. En el último ciclo, la Argentina produjo 12,5 millones
de toneladas (26% menos), mientras que el mundo alcanzó los 726,4
millones (16% más)".
AACREA: "EN DIEZ AÑOS LA PRODUCCIÓN DE TRIGO EN LA ARGENTINA CAYÓ 26%, EN EL MUNDO AUMENTÓ 16%%"
"Esta
reducción de la producción que se registra, con altibajos, en los
últimos años en nuestro país es consecuencia de la respuesta de los
productores a las malas condiciones de rentabilidad y a medidas
restrictivas del comercio del cereal, que determinaron que en la
actualidad cerca del 35% de la última cosecha continúe sin venderse por
no encontrar compradores. Ante esa realidad, muchos productores han
optado por no sembrar trigo en 2015, lo que perjudica la vida económica
de las comunidades pampeanas y disminuye el ingreso de divisas para el
país", agrega Aacrea.
En un estudio realizado por los Consorcios
Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) se observó que, desde el
ciclo comercial 2007/8 al 2013/14, se comercializaron 86,2 millones de
toneladas de trigo, de las cuales, por las restricciones comerciales
impuestas, el 56% se negoció por debajo del valor que correspondería
haber pagado mensualmente en el mercado argentino. Dentro de ese volumen
(48,2 millones de toneladas), el 23,4% se vendió a valores menores al
70% del precio de paridad, en tanto que el resto se comercializó con
precios que representaron entre el 70 y el 90% del valor teórico
correspondiente. Se refleja así el alto impacto en los ingresos de los
productores de las restricciones cuantitativas a la actividad comercial
triguera".
Desafíos para el próximo Gobierno
"Para
recuperar la competitividad de la actividad triguera, se requieren
cambios que exceden a las variables macro económicas, siendo
imprescindibles medidas puntuales sobre la actividad, como la
eliminación de los derechos de exportación y los permisos de embarque
(ROE). Aunque varíen las condiciones macro las regulaciones que rigen el
mercado triguero deberían ser reconsideradas", indica Aacrea.
Los
precios FOB Golfo para diciembre de 2015 -del orden de 245 dólares por
tonelada- están disponibles para los exportadores. Sin embargo, las
cotizaciones internas del cereal para esa época -del orden de u$s130 por
tonelada- se encuentran alejadas de aquéllos parámetros. "Esto
significa que el mercado no recibe señales contundentes de que la
próxima cosecha de trigo se venderá sin retenciones ni ROE, y eso
arrastra hacia abajo a toda la cadena comercial", observan los expertos
que explican el derrumbe de las intenciones de siembra a menos de la
mitad que dos décadas atrás.
Los productores consideran los
precios que se le ofrecen a cosecha en diciembre y enero, y no se
sienten estimulados a sembrar. Con 130 dólares por tonelada y rindes
normales no alcanzan a cubrir los costos y por eso no compran semilla,
fertilizante ni otros insumos para trigo. Habría un cambio drástico en
la campaña triguera si el mercado percibiera que habrá modificaciones
importantes en el tratamiento comercial del cereal.
La Bolsa de
Cereales de Buenos Aires recortó en 15% la proyección interanual de
superficie sembrada de trigo para la campaña 2015-2016, al ubicarlo en
torno a 3.750.000 hectáreas, aunque estudios privados ya la achicaron a
3,5 millones de hectáreas, casi un millón menos que en el ciclo agrícola
precedente.
La soja y el maíz en la senda del trigo
La
cosecha de la oleaginosa líder de la producción agrícola de la Argentina
se levantó, como con menor ingreso de divisas que en años anteriores,
indica un informe de Aacrea.
La producción fue mayor a la del
ciclo previo -59 millones de toneladas versus 53,4 millones según el
Ministerio de Agricultura, pero advierten los productores y exportadores
que esa cosecha récord fue neutralizada por la caída del precio
promedio FOB del 20,5%, lo que generó un saldo negativo en el valor
bruto de la producción de 3.000 millones de dólares.
"Esta
reducción afectará la ecuación de ingresos del sector privado e
impactará también en el sector público por una menor recaudación
fiscal", y limitará las decisiones de siembra para el nuevo ciclo, según
cuantifica un informe preparado por los Consorcios Regionales de
Experimentación Agrícola (CREA).
"Debido a la
desfavorable evolución de los precios y de los costos de producción, los
rindes para no perder dinero con en el sur de Santa Fe pasaron de 3,2
toneladas por hectárea en el ciclo 2013/14 a 3,8 en la campaña 2014/15.
En el Noroeste argentino, los valores correspondientes fueron 2,5 y 2,9
t/ha".
LOS PRECIOS INTERNACIONALES DE LA SOJA Y DEL MAÍZ CAEN, PERO NO SE MODIFICAN LAS RETENCIONES
Mientras
que en el caso del valor de la cosecha de maíz sufrirá un recorte de
u$s1.150 millones por efecto de una reducción del precio FOB de 10,2 % y
caída de la producción del 9% -a raíz de una menor área sembrada- entre
el ciclo 2014/15 y 2013/14, según datos del Agricultura.
Según
los análisis de CREA "en el nivel de las empresas aumentaron los rindes
que se requieren obtener para poder cubrir los costos del cultivo:
pasaron de 9,2 a 12,4 toneladas por hectárea entre la campaña 2013/14 y
la 2014/15, frente a un rinde promedio de 10 t/ha en el sur de Santa Fe.
Ese
comportamiento fue consecuencia de la reducción de precios
internacionales, de restricciones y derechos de exportación, y aumentos
de costos de implantación, protección y comercialización, mientras las
autoridades nacionales no atinaron a reducir las retenciones para
compensar las pérdidas y alentar la próxima siembra.
De ahí que
los expertos de CREA consideran que "el cierre de campaña encendió luces
de alarma respecto de los resultados agrícolas y, por ende, de la
competitividad de las empresas para el nuevo ciclo agrícola 2015/16".
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