Se trata de Juan Carlos Ruíz Díaz, un productor lácteo de la ciudad de Monte Caseros, a quien le robaron casi 300 cabezas de ganado.
22-02-23
Ruíz Díaz, sufrió la semana pasada el robo de herramientas y otros elementos de su galpón ubicado en la zona rural a pocos kilómetros del casco urbano.
El episodio quedó registrado por las cámaras de seguridad dispuestas en el interior del galpón.
Tras cartón, a la otra noche, le faenaron dos terneros de su propiedad el número 23 en el último año.
"Me entran en los galpones y roban... en seis meses me robaron herramientas por un valor de $ 500.000", contó enojado el lechero.
Sobre el episodio registrado por las cámaras de seguridad hay profundas sospechas, que un agente de la fuerza policial haya sido el ladrón de una motosierra unas calchas y un perro cachorro.
En las imágenes viralizadas se puede ver la figura de un masculino que porta una especie de uniforme muy similar al de la policía de Corrientes, que levanta la herramienta y se la lleva.
Por ello el productor sospecha, aunque otras personas le dijeron que la imágen no es clara, él insiste en la posibilidad que la policía o un agente de la misma, tenga responsabilidad en el tema.
El productor rural de 62 años es una víctima frecuente de abigeato, hace más de 32 años que trabaja en el campo de la familia, continuó la tradición heredada de su padre y ahora sus hijos siguen la misma senda.
La única vez que se pudo esclarecer un robo, fue antes de la pandemia en 2020, cuando atrapó al ladrón in fraganti, lo detuvo le sacó la moto, los cuchillos y lo entregó a la policía.
Es decir que tuvo que actuar de policía para que retuvieran al ladrón en cuestión.
La justicia obligó al delincuente a indemnizar al productor pagando la suma de $ 3.000,00 que recién este mes comenzó a percibir.
Sobre el actuar de la justicia Ruíz Díaz está absolutamente convencido que "la justicia actúa condicionada por los políticos".
En referencia a los ladrones, asegura "son los mismos de siempre... se te burlan", comentó indignado el entrevistado.
En cuanto a las responsabilidades políticas Juan Carlos sentenció, "no puede ser que estemos manejados por un grupo de corruptos... son todos lo mismo... estamos gobernados por mugre".
Referenció a la vez los casos más resonantes en los que la delincuencia descontrolada, se cobró la vida de uno de sus vecinos, un anciano que para robarle $100 y una garrafa de gas, fue masacrado a golpes junto a su esposa que por las heridas perdió la vista, mientras que el anciano murió poco después.
En esta lucha que Ruíz Díaz lleva desde hace años, reclamó en la municipalidad durante la gestión de Miguel Olivieri y espera la reunión con el actual intendente Juan Carlos Alvarez, que les prometió a los productores una reunión con el sector "apenas asuma el cargo".
Pero no se quedó con esas promesas de los políticos locales, también viajó junto a otros ruralista a la capital correntina para entrevistarse con el Ministro de Seguridad de la Provincia por ese entonces José López Desimoni.
Allí manifestaron su preocupación a las autoridades provinciales y se vinieron con las alforjas llenas de promesas que nunca se materializaron.
Situación actual
La delincuencia en la zona sur de la provincia está cada vez más extendida, les roban a productores y a los vecinos de localidades urbanas, con las modalidades más diversas como ser, motochorros, entradera, descuidistas, abigeato y piratas del asfalto, también se acentuó la actividad de contrabandistas, narcomenudeo, violentos, estafadores virtuales; hasta ladrones de mascotas y mutiladores de caballos entre otros; todos proliferan a la vista de los poderes políticos y judiciales, que pareciera están a favor de los "chorros", antes que de los vecinos honestos.
Para Juan Carlos Ruíz Díaz es un "caldo de cultivo" donde el delincuente siente que no pasa nada, "están más protegidos los chorros que los vecinos trabajadores", mencionó angustiado.
Lo que también debería preocupar a las autoridades es el fenómeno de "vecinos justicieros" una modalidad que aflora como emergente de la cantidad de hechos delictivos sin represión del Estado y donde pobladores comunes cansados de la situación, comenzaron a detener y castigar a los malvivientes y luego entregarlos a la policía o dejarlos en libertad pero bajo amenaza.
En cualquier momento, de seguir esta tónica, lamentaremos una desgracia que todavía podría evitarse si se toma verdadera conciencia del hartazgo de los vecinos sobre la inseguridad cotidiana.
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