En el contexto de la pandemia por Coronavirus que azota a buena parte del mundo, las realidades, que antes estaban un tanto ocultas, ahora se pueden ver palmariamente.
La realidad de vecinos de los barrios mal llamados "vulnerables" pero que en realidad son barrios, que fueron y son, olímpicamente ignorados por los distintos gobiernos, nos explota en la cara cuando un virus que requiere la máxima higiene de las personas y sus viviendas, pone de manifiesto que no todos estamos en las mismas condiciones para poder hacerlo.
Así como en las villas de la Capital Federal y Gran Buenos Aires, están siendo atacadas por el infame virus mortal; aquí en nuestra ciudad y con los últimos antecedentes de contagios en localidades vecinas como Mocoretá, también está latente la posibilidad de contagio en los barrios como Gauchito Gil, donde hay familias que no cuentan con agua potable en sus "hogares".
La OMS y prácticamente todos los órganos internacionales de salud, insisten en la necesidad de lavarse las manos varias veces al día, como una de las herramientas para combatir el Coronavirus.
Pero la falta de inversión en desarrollo humano de parte de los gobiernos de nuestra localidad, deja a muchas personas, niños sobre todo, en situación de calamidad ante la falta de los servicios más elementales para una vida en dignidad.
La pobreza estructural de los barrios periféricos, es una bomba de tiempo latente, ante la posibilidad de que el virus se cuele dentro de la ciudad y, lamentablemente quienes menos posibilidades de combatirlo tienen son las personas, como Miriam que desde hace un año y medio, esperan que el agua potable y la red de cloacas lleguen a sus domicilios.
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