En estos días surgió un debate a raíz de una publicidad. Algunas personas se enojaron, otras se preocuparon y a otras no les pareció para tanto.
Queremos usar esta excusa para charlar sobre la violencia simbólica, estereotipos y consumos que nos llevan a naturalizar conductas.
La reproducción de la discriminación, desigualdad y dominación en las relaciones sociales a través de la difusión de mensajes, patrones, valores, íconos o signos es una violación a los derechos humanos de las mujeres conforme la Ley 26.485 y se conoce como “violencia simbólica”.
Se trata de un tipo de violencia que se encuentra naturalizada y no suele ser identificada como tal por quienes producen y reciben los mensajes.
Es parte de lo establecido por nuestra cultura. Por eso, está presente en todos los demás tipos de violencia por razones de género.
Cuando se presenta a las mujeres en roles estereotipados, se les asigna un valor simbólico inferior al de sus pares varones y se atenta contra la igualdad de oportunidades y derechos de todas las personas, por lo tanto, contra la posibilidad de construir una sociedad más justa.
La difusión de mensajes e imágenes en las que las mujeres se muestran incapaces, cosificadas o únicamente ocupando roles de reproducción, domésticos o de cuidado, constituyen formas de dominación y actos discriminatorios que deben ser cuestionados.
Hablar y hacer visible la violencia simbólica nos permite poner en tensión y cuestionar la cultura establecida. Al mismo tiempo, es una oportunidad para mostrar que no hay formas únicas de representar a las mujeres y la diversidad a la hora de comunicar.
Entonces, ¿es para tanto?
Es una invitación a pensar y debatir; y sobre todas las cosas, a combatir toda forma de violencia contra las mujeres, los géneros y la diversidad, porque creemos que una sociedad más igualitaria es posible y es justa para todas, todos y todes.
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