La Concejal Graciela Castañeda, presentó un proyecto de Ordenanza sobre protocolo en actos organizados por la municipalidad en la que participen alumnos.
La iniciativa de la edil fue suficientemente argumentada por razones de salud; debido a sintomatologías que afectan a los niños que deben pasar varias horas parados e inmóviles.
En el debate entre los Concejales, salieron a la luz algunos pensamientos, emparentados con cierta obligatoriedad de participación de los chicos, como manera de respetar la cultura y tradición de la comunidad.
El Profesor de Patrimonio Etnológico Javier Marcos Arévalo en su libro "La Tradición, el patrimonio y la identidad", propone algunas ideas que merecen ser consideradas para poder arribar a la mejor solución posible sobre el tema que aún está abierto.
Arévalo dice que la "Tradición frente a la restrictiva y tradicional noción de tradición, convencionalmente figurada como estática, inalterable y pretérita, algunos antropólogos han sugerido la necesidad de proceder a la resemantización de sus significados en el contexto más comprensivo que supone la teoría del cambio cultural".
"De manera que la tradición sería algo así como el resultado de un proceso evolutivo inacabado con dos polos dialécticamente vinculados: la continuidad recreada y el cambio. La idea de tradición remite al pasado pero también a un presente vivo. Lo que el pasado queda en el presente eso es tradición. La tradición sería, entonces, la permanencia del pasado vivo en el presente".
En síntesis "El presente es el legado cultural en marcha, con significado social, que carga a la tradición de sentido. La tradición, de tal modo, más que padre es hija del presente".
"Es decir, la tradición no es inalterable e inmóvil, sino dinámica, cambiante y adaptativa".
Si tomamos el pensamiento de Arévalo y el tema de debate en el recinto del Concejo Deliberante, sobre la participación de los niños alumnos en los actos públicos municipales; no parece tan descabellada la idea de Castañeda sobre cuidar la salud de los chicos, que en definitiva, es más importante que el sentimiento de respeto y solemnidad protocolar.
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