La concurrencia de niños a los comedores y merenderos de distintos barrios de la ciudad de Corrientes creció en los últimos cuatros meses.
Foto ilustrativa. |
Referentes de distintos sectores sociales coincidieron en que la demanda aumentó en comparación al año pasado y que, incluso, las donaciones son escasas.
La situación económica del país, el valor de los alquileres, el aumento generalizado de precios son la consecuencia de este efecto que comenzó a sentirse en las zonas en las que habitan las personas de más bajos recursos económicos.
La encargada del comedor “Corazón Contento” del barrio Patono, Isabel Ríos, comentó a época que a los 125 niños y 45 madres registrados se sumaron más de 100 menores nuevos desde enero.
“Son caritas nuevas del barrio y de zonas cercanas a nuestro hogar”, explicó.
La creciente demanda es adjudicada por los encargados a varios motivos: “Las familias tienen más hijos, y la población creció porque llegaron al barrio muchas personas que no pudieron seguir pagando sus alquileres”, sostuvo.
Según la referente del comedor, que en este 2019 cumplirá 32 años al servicio de la comunidad, el año pasado llegaban más donaciones sobre todos de comercios dedicados a la elaboración de panificados.
Sin embargo, en los últimos meses este tipo de donaciones decrecieron al mismo ritmo que la solidaridad de personas particulares.
“A veces no se conoce pero hay mucha gente que está pasando mal y no tiene una fuente laboral”, agregó.
Al mismo tiempo que aseguró que en el comedor del barrio Quilmes, un distrito lindante al Patono, la situación es idéntica.
En coincidencia, la encargada del merendero “Sembrando Sueños” del barrio Río Paraná, Estela Sánchez, afirmó que la situación “es complicada” y le atribuyó el problema a la falta de trabajo.
“Sembrando Sueños” funciona hace más de 18 años (personería jurídica hace 8) y asiste a las familias todos los sábados y domingos a la mañana con alimentos, ropas y útiles.
Actualmente, acompaña a más de 50 familias que integran un grupo total de 300 personas. “Antes teníamos 25 familias inscriptas y repartíamos unas 100 raciones. Ahora los números se duplicaron”, precisó Estela.
Los cambios en la afluencia de gente se notaron entre los meses de diciembre y febrero.
La encargada del comedor le asignó la situación a la falta de trabajo entre las familias del lugar y el crecimiento de la población.
Por su parte, Gisela Álvarez del comedor “Piecitos Descalzos” del barrio Punta Taitalo dijo que, “las madres manifiestan que no pueden comprar útiles escolares. Incluso, hay familias que dejaron de asistir al comedor y luego de dos años están regresando”, detalló preocupada. Al sitio concurren 90 menores de edad.
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