20 años sin Juan Manuel Fangio

Se fue hace 20 años, pero la inmortalidad se la había asegurado muchos años antes. 

El 17 de julio de 1995, Juan Manuel Fangio dejó este mundo y una extraordinaria campaña deportiva, sin mancha alguna que desdijera una línea de conducta intachable, como quedó plasmado en el programa tele­visivo “El Gen Argentino”, dirigido por Mario Pergolini, al ser elegido en 2007 como el mejor deportista de todos los tiempos por votación de los oyentes de todo el país, logrando el 60,3 por ciento de los sufragios contra el 30,7 de Diego Maradona. 

Nacido en Balcarce el 24 de junio de 1911, ya a los 9 años aprendió a manejar, poniendo en marcha un viejo Panhard Levassor en el taller donde concurría a limpiar. Luego aprendió los secretos de la mecánica en varios talleres del pueblo, iniciándose como acompañante en una prueba zonal cuando tenía 16 años. 

Fue campeón de TC con Chevrolet en 1940 y 194l, venciendo en siete carreras sobre 18 disputadas. Además, triunfó en 19 etapas sobre 75 en que intervino. En Mecánica Nacional compitió entre 1947 y 1949, clasificándose primero en ocho de las 20 corridas con un Ford T con motor Chevrolet y en un Volpi-Chevrolet.

Fangio debutó con Maserati en Palermo, en 1948, y al año siguiente junto a Benedicto Campos integrando el equipo argentino del ACA ganó en Mar del Plata, San Remo, Pau, Perpignan, Marsella, Albi y Monza, sorprendiendo al automovilismo europeo. Por ello no extrañó que al año siguiente integrara el equipo oficial Alfa Romeo resultando subcampeón y luego campeón mundial en 1951. 

En 1953, con Maserati, resultó subcampeón, en 1954 y 1955 campeón con Mercedes Benz; con Ferrari en 1956 y con Maserati su quinto campeonato en 1957. Fangio ha ganado prácticamente una carrera de por medio en el Campeonato Mundial (24 sobre 51 disputadas), lo que le acuerda un porcentaje único de efectividad en triunfos (47,06), pole- position (54,99) y récords de vuelta (45,09) algo muy difícil de igualar. 

En total Fangio compitió en 200 carreras oficiales, imponiéndose en 79 (131 de monopostos, 36 de sport, 18 de TC y 15 de Mecánica Nacional), debiendo sumarse, además, otras seis competencias no oficiales y tres como acompañante. Como curiosidad, Fangio nunca tuvo licencia para conducir en la calle.

Un estilo único
“Un buen piloto es aquel que gana una carrera corriendo lo más despacio posible” solía decir afirmando que además de apretar el acelerador, había que cuidar el motor, las cubiertas y evitar salirse del circuito. Hizo un arte de la conducción de un auto de carrera. Y cuando tuvo que arriesgar, corrió casi al límite como sucedió en Nürburgring 1957, en un circuito de 22 kilómetros y 176 curvas, donde luego de perder 45 segundos en boxes inició una arremetida espectacular sobre el equipo Ferrari, superando a Mike Hawrthorn y Peter Collins en el último giro. Tenía ya 47 años, batió el récord de vuelta 10 veces y, de paso, conquistó así su quinto campeonato.

Fangio solo tuvo dos accidentes: en Caracas 1948, donde murió su acompañante Daniel Urrutia, y en Monza 1952, al volcar luego de haber viajado toda la noche en auto desde París para cumplir con un compromiso con Maserati, en ambos casos cansado por falta de sueño. Pero además tuvo suerte, ya que en los 10 años que estuvo en Europa se mataron 32 pilotos.

Tras su retiro cumplió funciones de asesor en las temporadas internacionales y en las 84 Horas de Nürburgring 1969, con el equipo Torino, siendo homenajeado en todas partes del mundo. 

A los 84 años falleció en Buenos Aires y se le rindieron honores en el velatorio en Casa Rosada, en el ACA y en el Museo de Balcarce que él mismo había creado. Hubo un último gesto que se conoció cuando sus restos eran llevados al cementerio de Balcarce. La caravana fúnebre se detuvo frente al Patronato de la Infancia donde los niños arrojaron flores y una maestra leyó una nota de despedida. La razón era que Fangio donaba su jubi­lación a ese instituto de su pueblo que tanto lo ayudó en sus comienzos.

Un adiós madurado arriba de un auto
En 1958 Fangio acordó correr con Maserati de palabra, sin contrato de por medio. El 6 de julio, mientras conducía su auto en las largas rectas de Reims, tuvo tiempo para pensar que sus padres ya estaban muy viejitos y podía no verlos más. Por su cabeza pasaba que el destino le estaba avisando algo con el secuestro en Cuba, ese mismo año, y los problemas con los autos americanos en Indianápolis y Monza. Además, ya había conquistado cinco títulos mundiales y dos de subcampeón. 

Ya había cumplido los 47 años. Era el momento de dejar, pensó. Y decidió retirarse. Días después en un restaurante de Milán, escribió su despedida al pueblo argentino a través de una revista y que decía textualmente: “No me gusta escribir. Lo saben mi familia y mis amigos. Para escribir están los periodistas y los escritores. La vida nos da a cada uno las herramientas para que vayamos por el mundo. A mí no me dio la pluma.

“A esta altura de mi vida quiero decir algo, sin embargo, y me agrada hacerlo a través de las páginas de Mundo ­Deportivo, que me acompañó al comienzo y que me parece hace una buena obra con la ­juventud.
“Tengo 47 años ya, pero es cierto que siento el corazón como si tuviera 20. Practiqué el automovilismo como una pasión. Luché mucho, pero siempre de frente. No creo haber merecido el enojo de nadie. Estoy satisfecho con la cosecha de amigos que conseguí. 

En ­todas partes hice de la amistad un culto y de la seriedad una obligación. Pude cometer errores con la cabeza, pero nunca con el corazón.

“Si mi campaña ha servido para algo, si corriendo automóviles fui útil a mi Patria, eso lo dirá el tiempo. Yo solo tengo un deseo y es que mi conducta en el mundo pueda ser aprovechada por la juventud.

“También del tiempo espero esa respuesta”.

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